
Traqueobronquitis infecciosa canina o «Tos de las Perreras»
Diagnóstico y Tratamiento
¿QUÉ ES LA «TOS DE LAS PERRERAS»?
La traqueobronquitis infecciosa canina, denominada también complejo respiratorio canino o más comúnmente, tos de las perreras, es una enfermedad muy contagiosa del sistema respiratorio superior que aparece con más frecuencia en lugares donde conviven grupos de perros de diferentes edades y vulnerabilidad.
¿POR QUÉ SE DENOMINA «TOS DE LAS PERRERAS»?
El curioso nombre de la enfermedad proviene del hecho de que los centros de adopción de animales, donde se concentran un gran número de perros, es el caldo de cultivo ideal para contraer esta tos. Afecta a perros de todas las edades, especialmente a los que se encuentran en criaderos, guarderías, peluquerÍas, hospitales veterinarios, tiendas de animales y los que están sueltos en las calles.
Es una enfermedad altamente contagiosa diseminada a través de la tos y el estornudo y por contacto indirecto (utensilios, ropa o personal).
Esta dolencia se puede equiparar en personas a un catarro o una gripe, aunque no es del todo igual.
ETIOLOGÍA
La tos de las perreras es provocada por un complejo de agentes que producen en los perros afectados una tráqueobronquitis, es decir, afección de tráquea y bronquios por lo que se puede presentar como una tos seca y complicarse hasta una neumonía. La bacteria de Bordetella bronchiséptica por lo general está presente, junto a uno o varios virus como la parainfluenza y adenovirus, y en menor frecuencia, reovirus y herpesvirus. Sin embargo, se pueden aislar otros agentes como Pseudomonas, Escherichia coli, Klebsiella, Pasteurella, Streptococcus, Mycoplasma, entre otros. La combinación de la bacteria Bordetella bronchiséptica con el virus de la parainfluenza canina es la causa más frecuente.
SIGNOS CLÍNICOS
Los signos clínicos aparecen de 3 a 10 días post – infección.
El síntoma clínico más notable son los paroxismos de una tos áspera, seca, que puede ser seguida de arcadas y ahogo. La tos es inducida fácilmente por palpación suave de la laringe o tráquea. Los perros afectados pueden presentar pocos o ningún otro síntoma clínico, excepto la anorexia parcial. La temperatura corporal y los recuentos leucocitarios permanecen normales. El desarrollo de síntomas más graves, incluida fiebre, descarga nasal purulenta, depresión, anorexia y tos productiva, especialmente en cachorros, implica una complicación con infección sistémica, como moquillo o bronconeumonía. El estrés, especialmente el ocasionado por unas condiciones ambientales adversas y la nutrición inadecuada, puede contribuir a una recaída durante la convalecencia.
En casos leves, el perro sigue comiendo, tomando agua y con su actividad normal, pero en los casos más severos, el perro realmente se ve enfermo. Presenta letargia, fiebre, inapetencia, disnea, intolerancia al ejercicio, puede llegar a la neumonía e inclusive llegar a la muerte. La Mayoría de los casos muy severos, se presentan en animales inmunodeprimidos y cachorros sin vacunas.
TRATAMIENTO
Aunque en muchos casos es una es una enfermedad autolimitante, ante cualquier síntoma hay que acudir al veterinario.
El tratamiento de esta enfermedad es de carácter sintomático. Es decir, cada perro que padece esta patología presenta unas señales distintas y, por lo tanto, precisa una medicación diferente. Hay perros que precisan, además, antibióticos, antiinflamatorios o antitusígenos. En cualquier caso, si el perro enfermo convive con otros canes, hay que procurar aislarle del resto, porque se trata de una enfermedad contagiosa.
PREVENCIÓN
La mejor forma de prevenirla, es la vacunación del perro a los seis meses de edad. Además, la revacunación anual es fundamental para mantener a raya la tos de las perreras, sobre todo, en perros que acuden a residencias caninas o están en contacto con muchos perros de manera habitual.